Costa Rica. MAYO 23, 2009
HOLA SEÑOR PRESIDENTE… ¡Prefiero morir!
Declaro públicamente que al momento de escribir este documento, estoy haciendo pleno uso de mis facultades mentales por voluntad propia; consciente de las peligrosas implicaciones que mi declaración pueda originar a riesgo mismo de mi seguridad personal, ante un Gobierno de dudosa legitimidad… pero ante todo, ¡prefiero morir!
La razón de mi tremenda desilusión es más que evidente y palpable, no sólo para mí, sino para un 63% del electorado nacional que gime y, de un resto que es utilizado y manipulado estúpidamente. Usted, sí usted, señor Arias Sánchez, es el final causante y promotor de una maniobra espeluznante, digna de los mejores regímenes totalitarios que denigran su preciado Premio Nóbel de la Paz; que curiosamente ya le fue cuestionado su mérito en Guatemala cuando le fue otorgado. Su prepotencia, arrogancia, vanidad y malolientes arbitrariedades, son comparables con las del tristemente personaje bíblico Nabucodonosor y su idílica Babilonia.
Costa Rica, la otrora bella Suiza centroamericana, sufre hoy de una total anarquía y descomposición en todos los campos del quehacer nacional, sin excepción, donde el hedor nauseabundo que emana en todos los Poderes de la República, enferma y contamina los sentidos de los ciudadanos enceguecidos por su ignorancia y fanatismo. Usted por supuesto, no está solo en esta macabra maniobra, pues esta debacle se inició hace 30 años en complicidad de sus ambiciosos y corruptos antecesores. ¡Prefiero morir! señor Arias Sánchez, como también murió asesinado el destacado abogado Rosenberg recientemente en Guatemala. Es mejor morir crucificado o ultimado a balazos por organismos tenebrosos y ocultos del Estado costarricense, que callar cobardemente ante la salvaje represión social de que estamos siendo objeto en todos los servicios públicos, por los entresijos de los 1.000 diabólicos asesores que lo respaldan en sus demoníacas y trasnochadas pretensiones. Estoy preparado para morir, señor Arias Sánchez, y le confieso que no tengo ningún temor, por el contrario, me harían ustedes un gran favor si me ahorran el trabajo de tener que seguir soportándoles tanta irreverencia.
La Patria sufre ante tantos descabellados atropellos y, nuestro honroso emblema nacional se halla manchado por los desvanes de hombres insensatos y soberbios, movidos por descontroladas ambiciones de enriquecimiento ilícito; encubiertos por el contubernio de la deshonrosa impunidad.
Los datos personales al pie de página, son ciertos, ¡señor presidente! Y escogí el cementerio de Guadalupe… si encuentran lugar.
Hernán Calvo Murillo – Céd- 1-306-349 E.mail: millennium27@hotmail.es
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